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miércoles, 2 de abril de 2014

La educación es educarse, la formación es formarse” Hans-Georg Gadamer


Partiendo de esta cita comenzamos nuestro siguiente post:
Gadamer(1999), “la educación consiste en educar-se, es decir, que la responsabilidad de nuestra educación recae sobre nosotros mismos, y no en nuestros padres o en nuestros profesores, quienes apenas pueden ofrecernos una modesta contribución”.

El individuo prematuro no comprende en un primer momento el significado de educarse y formarse puesto que en su experiencia inicial todo son exigencias e imposiciones, desde la vida familiar hasta en el mundo escolar y social. Esto significa que hasta que el ser no entienda la libertad de la que goza para decidir qué dirección tomar, no será consciente de su propia autoeducación y autoformación.

Entonces, ¿cuál es la verdadera tarea de los padres y los docentes? ¿cómo se convierte un ser en padre o madre? ¿Cómo se convierte una persona en profesor?
Uno no se convierte en padre simplemente decidiendo ser padre. Y tampoco uno se convierte en profesor el día que decide entrar en una escuela de magisterio. Ni el milagro del embarazo ni el del propio nacimiento es condición suficiente para convertirse en padre. De la misma forma, el momento en que un profesor se enfrenta a su primera clase no hace que de repente se convierta en docente. Inicialmente uno solo puede <<saber>> si es padre o profesor en un sentido biológico o legal. Por eso no es extraño que un padre o una madre se sientan confundidos, o que experimenten sentimientos contradictorios ante el nacimiento de un hijo. De igual manera, el profesor inexperto puede no sentirse a punto como profesor durante un tiempo. Más bien, lo que convierte a una persona en padre o en profesor es, generalmente, el propio hecho de vivir o de existir como padre o como profesor. En realidad, es conviviendo con los niños y con sus muchas y pequeñas experiencias como uno llega a tener conciencia de ser padre o profesor. (Van Manen, 1998:40)

Los padres y los profesores son individuos que para asumir su nuevo rol también se forman así mismos, requieren de tiempo y de experiencias para que se produzca ese desarrollo interior. De este mismo proceso se dotan los hijos y los alumnos, necesitan tiempo infinito para descubrir, investigar y explorar cada parte de su cuerpo y cada lugar en el que se encuentran, requieren de una mayor atención puesto que son semiseres humanos en pleno crecimiento. Por lo tanto, la tarea más conveniente de los padres y los profesores es simplemente permitir que el sujeto sea protagonista de todo su desarrollo. Además,  deben respetar sus sentimientos y emociones, es precisa una buena atención y escucha de los individuos así como  guiarlos y orientarlos sin someterlos a sus propios deseos. Sólo de este modo, el niño entenderá que solo a través de él mismo, aprenderá a educarse y por tanto, a formarse.

Ahora bien, tanto ser padre o madre como ser educador responde a una llamada vocacional, sin embargo, en el caso del segundo se trata de la vocación a una profesión.  Es por tanto que el educador requiere de un proceso de formación más exhaustivo.

De este modo, la formación del profesorado se caracteriza por una formación inicial y una formación continua. La primera formación hace referencia a todos los contenidos y las habilidades que el individuo debe adquirir para ejercer como docente reflexivo y activo. Sin embargo,  la segunda formación trata de ajustar los conocimientos a los cambios que protagonizan las sociedades actuales, a las grandes transformaciones tecnológicas, económicas y sociales. La educación no puede quedar al margen tras estos continuos cambios y por supuesto, la formación del profesorado también se ve afectada. Por lo que el docente debe continuar con su formación después de la inicial, reciclarse en los nuevos conocimientos y las novedosas técnicas, recursos y tecnologías que facilitan el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Es necesaria la formación permanente del profesorado pero que se fundamente en una educación libre, en valores, basada en la conversación y la comunicación, que forme educadores abiertos a todos los puntos de vista para así poder adquirir una amplia gama de saberes, opiniones y reflexiones.

Es así, que la educación tiene que liberar al individuo de todas aquellas ataduras particulares y sociales. Siempre se orienta hacia la autonomía de la persona, hacia su proyecto de vida porque. Un hombre educado es aquel que se ha encontrado consigo mismo y conoce sus puntos fuertes y sus debilidades; tiene el valor para decidir por sí mismo bajo su propio juicio; actúa sin miedos sin cobardía. La educación es dejar al ser humano “ser”. Dejar que el individuo se desarrolle hasta su máxima plenitud y consiga adquirir esa capacidad autónoma que le permite decidir una conducta libre.

El maestro debe descubrir sus propias potencialidades y esto exige un trabajo interior profundo. Un educador debe despertar en el individuo la pasión  por aprender y formularse preguntas. Debe ser guía y siembra para que el niño esté motivado. Una persona alegre, feliz, sensible, armoniosa  porque si en la educación no se es feliz, no se está educando. En definitiva, padres y profesores tiene una tarea primordial y es la de no abandonar al niño, quizás la función más importante. Esto no quiere decir que una vez que el niño quiera desprenderse no se le conceda, ya hemos hablado antes que la libertad es una conquista del individuo y aún más, es una cualidad valiosa de quien la posee. Si algo es cierto, es que a pesar de que existan personas capaces de imponer y obligar, de ordenar y empujar, el niño es quien se educa y quien se forma porque es quien al final escoge qué camino seguir.

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-  [1]      Gadamer, H.G. (1999) : Verdad y Método I. Salamanca: Sígueme
   [2]  Van Manen, Max (1998). El tacto de la enseñanza. El significado de la sensibilidad pedagógica. Barcelona: Paidós.
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