Es algo paradójico que después de un duro día en la universidad, decida abrir un Word porque me apetezca, voy a echarle la culpa de este “brote” a la carrera de pedagogía y las inminentes ganas que tengo de ocupar un puesto de empleo en el campo que me apasiona. El título de este artículo es una temática que lleva desde hace tiempo rondando en mi cabeza, sobre la que he observado y he sentido en carnes propias. Sobre esto basaré este primer “brote escritor” que he experimentado.
El pedagogo, una figura frágil en el entramado español, con esta primera definición del que es considerado por los estudiosos en la materia educativa, un experto y profesional en el ámbito de la enseñanza, pueda notarse un cierto victimismo y la búsqueda del sentimiento de pena en la persona que haya decidido leer o escuchar estas palabras; no busco eso, se los comento antes de que pueda haber una posible confusión que los llevé a parar de leer estas “palabras”. Lo defino como frágil, no sólo desde la perspectiva de un persona inmersa en esta materia (que lo soy) sino también alejándome lo más que puedo de mi subjetividad más radical y es que he podido observar durante buena parte de mi vida a lo que está expuesto un profesional de la educación, ya que he estado rodeado de ellos desde el día en el que nací de una especialista en esta materia y a la que debo tan grata observación no participante.
¿Y qué es eso?, ¿Para qué es eso? … preguntas frecuentes que se nos formulan cuando decimos lo que estudiamos, no somos conocidos y aún peor, no nos consideran ni aprecian, quizás esto sea clave en el tópico “Así nos va”. Nos encontramos en un país en el que no se valora la base que constituye toda sociedad, LA EDUCACIÓN, menospreciándola y enjuiciándola en todo momento, y es que…¿quién es el que no habla de la educación? , (mayoritariamente mal y sin conocimiento). Esta profesión y la de docente se encuentran en el punto de mira y es el blanco sobre el que no duda la sociedad española en descargar toda la recamara. España, en donde todo el mundo es profesional educativo aunque no aparezca en el currículum.
Ahora bien, ahondo en esta parte final de este brote rebelde, sobre en la difícil posición en la que se encuentran esos aspirantes a pedagogos y que nos encontramos inmersos en un grado que es subestimado por buena parte de la comunidad universitaria pertenecientes a otras facultades. No le voy a achacar el problema a su falta de conocimiento y cultura general, ya que sería un insulto para estos prodigios y salvación de la sociedad española, sino a una situación de frustración con su carrera en la que menosprecian al resto para ellos salir reforzados mentalmente, aunque no deberían de utilizar esta técnica sino ser conscientes de que mientras haya un químico, un ingeniero, abogado o médico en esta sociedad… ¡estamos salvados señores!, la educación de acuerdo a unos valores, los conocimientos y el aprender a vivir como ciudadanos es insignificante porque tendremos mejoras en ciencia, tecnología innovadora, defensa ante problemas judiciales y el medicamento adecuado (consultar al farmacéutico para problemas relacionados con la incultura) …una pena que todo esto dure algunos años, ya que sin una correcta enseñanza y formación desaparecerán todos ellos, reinaría la ley del más fuerte poniendo en “jaque” la existencia humana…
¿Por un problema de frustración o falta de vocación son tan individualistas que van a poner en peligro sus futuras generaciones?
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